
Soñé, por ejemplo, que quería recorrerte y hacer parada en cada uno de tus lunares. Como el tren que va desde tu cuello hasta el más oscuro rincón de tu alma, quería escuchar el mar en ti, en cada uno de tus latidos. Poder sentir como retumba tu voz en cada esquina de tu cuerpo, como recorre cada una de tus vértebras con solo acercar mi oído a tu espalda. Te abracé y quedamos frente al mar mientras el mundo giraba a nuestro alrededor. Te agarré con fuerza, te sentí en cada latido, en cada respiración. Quise esconderme del mundo en tu cuello. Me mostré inconforme con mi alrededor, tú sabías por qué. Te escribí desde mis ojos a los tuyos un quédate conmigo esta noche. Me invade un escalofrío tan solo con pensar en que no te tengo aquí, el frío de este octubre entra por mi ventana y no estás para abrazarme, para darme calor, para hacerme sentir tan increíblemente bien que me haga olvidar todo este caos que me rodea, toda esta mierda que no sabe más que joder. Me aterra pensar que no habrá mas encuentros, más rescates, más inviernos, ni más amaneceres en ti. El tiempo pasó volando, como si en un abrir y cerrar de ojos se hubieran pasado las horas y al darme cuenta estaba empezando a asomarse el día. Sueños que empiezan y terminan en cada uno de tus lunares. Me aterra saber que este invierno no habrá caminos interminables a tu lado, conversaciones estúpidas hasta las tantas pero que siempre me hacían sonreír y ante todo olvidarme del mundo. Me aterra pensar que aquel amanecer y ese frío penetrante no nos echará de menos. Odio pensar que ya los gatos este invierno no me contarán cuentos ni los secretos del vecindario, ya no habrá más azoteas ni más cafés a las tantas de la madrugada hablando con la luna. Siempre se me hace difícil empezar de cero, por eso apuremos el tiempo que nos queda. Salgamos a conquistar la luna llena, los tejados, a los gatos que ya no quieren cuentas conmigo y declaremos la guerra a nuestro sistema, ahogémonos en cerveza y tequila una noche más. Te despediré con una amarga sonrisa en mi rostro. Como cuando te despides en los andenes de un tren o en una fiesta de alguien que sabes que jamás volverás a ver, alguien que ha dejado en ti más en una noche o en un año que algunos habiendote tenido años y años, casi siglos. Espero poder tener el valor suficiente como para volver a aquella estación muerta en el olvido pero que perdura en un rinconcito de nuestro corazón, justo al lado donde se adosaron tus lunares y tu sonrisa en ese mes de mayo. Ahora solo queda ser fuertes e intentar seguir adelante a pesar de todo, renacer, solos, amargos, buscando de nuevo esa sensación que te hace ser una adicta, que te hace luchar como una loca solo por tenerlo una vez más. Buscaremos algo por lo que luchar, por lo que seguir, por ese motivo. Puede que algún día me cruce contigo, puede que no te acuerdes de mi, puede que tus lunares sigan intactos pero que tu mirada se haya perdido, puede que me cambie de dirección, de nombre o de país, puede que jamás te vuelva a sentir. Puede que me convierta en sueño. En olvido.