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lunes, 12 de diciembre de 2011

Necesito calor humano

La oscuridad nos envuelve. La luna se deja ver como cada noche. Parecían haberse muerto todos. El sueño los atrapaba. No articulaban palabra, así estaban preciosos. El silencio, predominaba sobre cualquiera. Era el momento idóneo para salir de aquí. Salía a recorrer calles escondidas, buscando el norte, perdiendo el sur. Se dijo que ya era hora de vivir, y arriesgar. A si que dedicida, se tiró desde las alturas. Por suerte para ella, estaba en su sexta vida y aún le quedaba mucho por recorrer y por maullar. Bajo su ventana, pendiente de que esos ojos la volviesen a buscar. Penetrantes y fríos. Se asoma a la ventana. Corre hacia unos setos cercanos, cree que no la ha visto. Camina despacio, sus bigotes rozan las ramas y olfatea el aire. Va de caza. Pero esta vez, su presa no tiene ni plumas ni cuatro patas.




Algún día, por tejados y azoteas, tú y yo, desconocido, tomaremos café con todos los gatos. Prometo presentártelos.