Die Kleine Berlin
Bienvenidos al baile de máscaras, al desfile de los cuerpos sin alma, la mirada salvaje y la tentación.

Translate
miércoles, 8 de octubre de 2014
¿En qué nos hemos convertido?
Un mundo deshumanizado. Ya no sé porque capítulo vamos, y es una lástima. Nos estábamos haciendo heridas en las extremidades. Nos debilitamos como pueblo, como nación, como mundo. Pero ahora estamos rozando la yugular y la arteria aorta con estos políticos corruptos, ineptos y subnormales. Somos españoles (por mucho que a algunos les duela o se avergüencen) no pretendan hacernos europeos aunque estemos en la Unión Europea, no pretendan que un hombre y una mujer sean fisiológicamente iguales porque no lo somos pero como seres humanos tenemos los mismos derechos. No se atrevan hacernos creer que somos inferiores por tener ovarios y ser capaces de dar a luz a vuestros(y nuestros) hijos, no quieran invadir lo que no es suyo, ni se os ocurra tratar con discriminación a otra persona por no tener vuestro mismo acento y/o color, ni si quiera soltéis una lágrima (falsa y de boquilla) con aquellos que no tienen que comer y luego os compréis un móvil nuevo cada dos por tres. Dejad de mirar vuestro ombligo por un momento, poneos en la piel de otro aunque sea por un mísero instante. Estamos agonizando como personas, como seres "racionales". Dejad atrás los jodidos cánones de belleza, los estereotipos marcados por cuatro subnormales. Reaccionad de una puta vez. Hay que luchar. No podemos permitir que cuatro incompetentes se adueñen de nuestro dinero y arruinen este país, este mundo. Ni que los machistas se atrevan a decíos ni una palabra que os ofendan. Que nadie por nada del mundo te ponga la mano encima. Ni un insulto racista. ¡El amor no sabe de razas!
lunes, 10 de febrero de 2014
Gélido.
Impacto. Sinfonía de noches sin vida. Roce. Cuerpos buscando conectar poro con poro. Alma. Queriendo salir de ese tormento caótico y saltar al vacío. Kamikazes suicidas que sujetan una cruz con fuerza y se ponen ropa ancha para evitar que se note que le tiembla todo. Miedo. Levantarse y no encontrar en la pantalla del teléfono ni siquiera un triste "buenos días". Ver su cara de recién levantado, qué bien le sientan esas ojeras, ese pijama de rallas y ese cigarro en los labios. Pánico a dejar de querer, a olvidar o peor aún, ser olvidado.
miércoles, 22 de enero de 2014
Manuel Fernández Martín
Hoy según dice el calendario, es día 22 de enero, de un enero triste como desde hace años, demasiados diría. Pero sin aún saber el porqué, duele más que como acostumbraba. Las ojeras más marcadas, recuerdos más difusos y días más cortos. Cuando quise mirar en mi interior, sólo encontré pequeños relatos, escenas muy concretas, diálogos que me sé y sabía de memoria. Una tal Calle Perú, una camarilla, pájaros cantando, un gato negro merodeando por los escenarios, alguna que otra gallina que picotea mi mano si les pongo de comer, un patio con margaritas y alguna que otra planta mas, unas largas y empinadas escaleras, una puerta enormemente alta que da paso a la vivienda, una cocina donde siempre está la abuela ya sea cocinando, planchando o vete tu a saber que, un comedor con una gran mesa donde reunir Fernández tanto López como Jódar o Sanfrancisco, dos sillones al final que vigilan el resto del hogar, concretamente, en el de la izquierda se encuentra ese hombre tan sonriente, cariñoso e inolvidable, abuelo Manolo, esperando mi entrada para hacerla triunfal, como si jamás se hartase de vivir la escena. "Anda, quien es esa niña, esa morilla tan guapa. ¿Os la habéis encontrado por ahí?"- "No, abuelo, soy yo, Mar!" "Anda, mira, si es verdad, no te había reconocido" Y yo y mi sonrisa interminable se unía a la suya y me abrazaba a el mientras me daba un beso. Jamás olvidaré su olor, ni sus ojos, ni aquella sonrisa. Sé que cuando me siento mal y me recorre un escalofrío y mi piel se eriza, eres tú. Claro que eres tu, me das un abrazo, uno como aquellos, yo simulo la conversación y sonrío, porque sé que tu también me estás sonriendo. Y perdóname si mi memoria de pez me impide recordar algunos momentos. Tampoco me olvido de la tia, la tia Ángeles con su sonrisa y sus anécdotas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)