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jueves, 31 de enero de 2013

Texture of my blood.

Y sin venir a cuento, mis pulmones deciden que no más aire. Mi garganta crea como de la nada un nudo que me impide tragar. Y mis lágrimas se manifiestan, así, como por arte de magia. Mi cabeza sigue firme, aunque será por poco tiempo. Ahora hay que decidir, decisión firme como un cirujano en la mesa de operaciones mientras su paciente está apunto de morir si no decide algo. No puedes pensar. No hay tiempo para pensar. Es hora de actuar. Sí, va a ser difícil. Pero puedes, debes poder, tienes que poder. Podrás. Así que solo me queda respirar, respirar muy hondo. Contar hasta cinco. Abrir los ojos, mirarme al espejo. Negar con la cabeza y decir que esto no puede seguir así. Tú no eras así. Me dan ganas de contar todo, todo lo que pasa por mi cabeza, todo lo que cada noche me quita el sueño. Siento la necesidad de hacerlo, pero me da miedo. Sería como desnudarme ante un desconocido, dejar que viese mis entrañas. Todos mis miedos y mis debilidades y no creo que esté preparada para eso tampoco.



                                                                  "Al final del día el simple hecho de tener el valor de no derrumbarnos, es suficiente motivo para celebrarlo."

miércoles, 30 de enero de 2013

Flapper Girl


Ha de confesar que tuvo días horribles, y digamos no tan horribles. Su inicio fue bueno, aunque dudando siempre, vamos, como es ella. Y eso siempre le hace mal. ¿Sabes lo peor? Que a pesar de ella saberlo no puede evitar dudar y siempre venirse abajo con la mínima y no solo eso, sino que todo empieza a girar en torno a asimismo pero siempre en negativo. Y es cuando sale mal. 
Volver por navidad es una frase que sólo había escuchado en los anuncios. Esos anuncios que tanto odia. La ciudad no se vistió para la ocasión, pero aprovechó el momento y lo hizo ella. Pintó sus labios con carmín rojo y vistió a sus pestañas con sus mejores galas. Y salió, salió a conquistar a la luna, su sonrisa y a todo el que se pusiera frente a ella. +¿Qué quieres para saciar ese corazón que sólo sale cada noche bajo tus sábanas? -Dame algo para que deje de gritar, algo dulce quizás, últimamente lo noto más amargo que nunca. Y con la reaparición no quiero hacerme cargo de las consecuencias. Y poco a poco fue "saciando" sus ganas reprimidas durante ese largo tiempo, no lo sacaban mucho a pasear y su caja torácica últimamente la notaba justita, me confesó. Caminó radiante. Rozó a felicidad en más de un momento de la noche. Sólo se podía escuchar una frase en su cabeza:"Deseo que calientes mi helado cuerpo con un abrazo y una buena copa, y mis manos, cógeme de la mano, no me dejes caer." Hablaba, hablaba mucho tenía miedo a que todo muriese, a que fuese un sueño nada más. Y no podía dejar de bailar. Siempre dijo "La clave del éxito es no dejar de bailar", y así hizo. 
-Oh darling I feel on the top. Damn you! -

Todo se resume en: "No quiero un final feliz, quiero serlo"

Me quedo estática, inmóvil frente a la pantalla. Parece como si nada hubiese ocurrido, como si el tiempo hubiese parado hace mucho. Ahora dudo. ¿Todo lo que creí vivir, lo he vivido realmente? ¿Todo lo que sueño cada noche, lo viviré? Mientras tanto espero una llamada desde el centro del Universo, mientras tanto las luces de mi habitación no han dejado de parpadear. 

jueves, 3 de enero de 2013

Petite Berlín

¿No se acuerda de dónde vive? Sí, Berlín, la habitación 213 es la tuya. Esta chica cada vez está más loca.-decía mientras caminaba sobre un lúgubre y largo pasillo.
Caminé hasta mi habitación, la 213. Solía estar en la 215, pero quise cambiar hace un par de días, me agobiaban aquellas cuatro paredes que escribían una historia demasiado...no sé, romántica al principio pero, ya se convirtió en una amargada y triste. Y yo ya no estaba para esos trotes, como habría dicho mi madre. Demasiados llantos a la noche y gritos al amanecer. Dependiendo del día, a mis vecinos apenas se les escuchaba discutir, quizás algún -cállate- de mala manera o algún llanto de cría desconsolada y parloteo entre muñecos que tomaban vida con la pequeña de la casa. Eso, sí tenías suerte. Porque recuerdo días que no importaba la hora, era un infierno. Solía empezar el día a eso de las 5:47, mi vecino se levantaba temprano para ir al trabajo. La ducha, y a los cinco minutos, un-¡Joder, el agua, quiero ducharme! ¿ O es que nadie me entiende en esta puta casa?- Esto hacía revolucionar la casa cada santa mañana. Creo que hasta el gato se desquiciaba desde buena mañana. Seguido de gritos entre la pareja y la cría llorando , no acuden en su rescate y esto hace que se enfade aún más, aumenten los gritos entre los dos grandes y que  la pequeña comience a chillar. Era la casa de los locos. Y yo sin apenas abrir los ojos le daba al "play" . Sino me ponía los cascos, intentaba llegar al modo en que no escuchara los gritos pero a la vez me dejase dormir un poco más, cosa que nunca surgía, o una cosa o la otra. Tras esta disputa mañanera todo se relajaba. Siempre me gustaba sentarme en el sillón que pega a la pared de papel pintado, algo antiguo y descolorido.  Tras comer ponía la música muy flojita y me mudaba a otro mundo. La peque de la casa de los locos solía jugar a esa hora. Me encantaba oír su historia. Tenía mucha imaginación y me solía sacar una sonrisa. Unos días hablaba del mar, otros de ciudades hasta de nombre desconocido, los solía inventar. Al otro lado de mi habitación vivía una chica que lloraba cada noche. Y ni te cuento en las noches de luna llena, no había quien la consolase. Me comía la curiosidad. Desde que me mudé allí y la escuchaba llorar quería saber el por qué. Recuerdo el día en que con más miedo que vergüenza me atreví a tocar a su puerta a eso de las 2 de la madrugada. Era una chica muy mona. Llevaba un vestido clarito con un cinturón a juego con los zapatos y la pinza que le sujetaba el pelo. Con los ojos tristes y una sonrisa tímida me invitó a entrar. 

miércoles, 2 de enero de 2013

Fuera rituales de iniciación

Fue un año tan poco deseado el que se acaba de marchar, que preferí no hacer recuento de batallas ganadas y perdidas porque sin duda quedaría sin vida recordando tanto caos. He de reconocer que hubo momentos buenos, muy buenos si te paras a pensar, pero este año no merecería quedarse sólo con lo bueno así que prefiero dejarlo, ahí, como algo más ocupando algunas páginas de mi recorrido por este extraño lugar al que llaman mundo. Conocí a gente a la que estoy segura a la que no olvidaré. Un curso jodidamente adorable, como hacía años que no lo tenía. Somos una gran familia. Amistades se fortalecieron, otras creyeron hacerlo pero en el último momento prefirieron quedarse a mitad de camino, y otras simplemente murieron, así, sin mas. Deseo con todas mis fuerzas poder retomar ese 2011 que tanto me marcó.