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viernes, 12 de julio de 2013

Eblouie par la nuit.



















Camino entre cuerpos. No reconozco sus caras, apenas puedo recordarlas segundos más tarde. Sólo siento la necesidad de desnudar cada uno de esos cuerpos que danzan por estas calles y que como banda sonora tienen al chico de la esquina con un chelo y la sinfonía de los claxones intentando llamar la atención de muchos. Quiero fotografiarlos desnudos. ¿Para qué tanta ropa?, me digo. Algunos ya me desnudan con la mirada. Mirada de deseo y ambición. Ya no existe esa dulzura en la mirada de la gente, ya nadie se sorprende e intenta buscar algo nuevo que le mantenga con vida. Estas gentes sólo quieren cumplir con su horario de trabajo e intentar involucrarse sentimentalmente en lo menos posible. No hay tiempo para más problemas-reflejan sus caras angustiadas. No hay tiempo para el placer y la sorpresa. Tampoco hay tiempo para la diversión, cuando llegas a una edad determinada parece que quiten el derecho a disfrutar y salir de fiesta. Siento la necesidad de coger mi pistola y apuntaos a más de uno en la cabeza o quizás seas el afortunado y apunte a tu corazón y justo perfore tu arteria aorta . Será un placer sentir los latidos de tu corazón desbordando, escupiendo sangre contra mi ser. Bañarme con ella y pintarme la cara como señal de guerra y recuerdo. Pero mientras tanto te quitas la camiseta, ya te dije que no te favorecía la ropa. Me pones encima de la mesa y me desnudas, mis pulsaciones se disparan. Susurras. Te desabrocho el pantalón. Hay momentos en los que dejo de respirar, todo mi cuerpo se paraliza cuando te siento tan cerca. Me abres las piernas. Tu respiración se empieza a acelerar, la noto. No quiero dejar de besarte. Este hambre atroz me impide soltarte. ¿Al suelo? Me tumbo en el suelo, me quedo sin saliva. Estás encima mía. Me dices que no deje de besarte. Gemidos y arañazos. Mi respiración es entrecortada. Muerdes mi oreja. Ahora somos uno. Mis manos recorren tu cuerpo. Respiración fuerte, muy fuerte. Noches turbias que quisiera que no terminasen nunca. No hay nada bueno en ti, ni en tu forma de mirarme. He tenido en mis manos tu vulnerable, ambiciosa y desnuda alma.

Sucesión de cuerpos desnudos con ganas de saciar el deseo.
-Perdone, póngame un tequila, por favor. E invíteme a bailar.