Hoy será un largo día, me digo. Mis pies ya están cansados de caminar, pero en cambio mi alma está ansiosa por seguir adelante, por vivir cada minuto al máximo. Volvemos al mismo lugar que las noches anteriores. Y la luna sigue tan reluciente como siempre,( no era menos de esperar). Mi mirada al parecer se ha cruzado de nuevo con la suya. Me mira. Sonrío, sonríe. ¿De qué te ríes? me dice. Le respondo ,¿Yo? De nada. Pero parece que se ha dado cuenta él sólo, me dice: anoche. Todos miran. Volvemos a reír. A decir verdad no me apetece demasiado camuflarme entre las gentes, creo que hoy me mantendré al margen. Se puede palpar a simple vista el nerviosismo previo a la salida en escena. Respiran hondo. Unos setenta minutos más tarde todo ha acabado, grandes abrazos y alguna lágrima que otra hablan por sí solas.Volvemos a casa, esperaremos allí mas tranquilos el aviso.Camino de un lado para otro hasta caer rendida, casi que nos damos por vencidos. Pero llegó lo que esperamos, me pongo los zapatos y mi mochila, es hora de salir a conquistar nuevas sonrisas y a pasar un rato de esos que ni el tiempo ni la distancia hacen olvidar. Como en las películas esas que transcurren en las grandes ciudades, New York, London, o lugares similares, decidimos coger un taxi. Caminamos un poco más y entre bostezos esperamos en el sitio acordado. Un portal, un ascensor, un piso algo antiguo, un gato, si duda era el rey de la casa. Me hacía sentir bien, me sacaba esa sonrisa que trataba de esconder, pero no podía evitarla. Ya estamos todos, alguna cerveza que otra tiene que caer. ¿Tequila? Y sonríe. Quizás hoy no. Salimos de casa convencidos que volveríamos pronto, pero parece que no va a ser así. Caminamos un poco, y una vez que nos quedamos los mismos que la noche anterior, empezamos a improvisar. Con ellos no hay guión que valga. Cerraremos todos los bares, amanecerá y seguiremos con los ojos como platos. ¿Porque no tomarnos unas copa a cuenta de la casa? Que ingenuos somos. Pero al final nos quedamos, nos sellaron y pasamos gran parte de la madrugada allí. Nos quedamos solos y me dice, ¿sabes? Te vas a reír mucho, espera. Se acerca a unas chicas, me impaciento. Y de repente saca una pistola de agua y me moja. Que rabia. Pero tengo que vengarme. Y por supuesto lo hago, ahora le toca a él mojarse. Se repite esto alguna que otra vez en la noche, y termino mojada de pies a cabeza. Me presento a unos chicos escoceses y también a unas chicas que no recuerdo muy bien de donde eran, la verdad. Bailo como nunca lo hice con la sonrisa en la cara con la mejor compañía que nunca pude imaginar. Como les echo de menos, y aún ha pasado muy poco tiempo. Espero que se vuelva a repetir esa semana. Me encanta pasear por ciudades desconocidas. El encanto aún es mayor, aunque poco a poco se convertirá en mi segunda casa.Aunque como dije adoro las ciudades desconocidas ,espero impaciente a que llegué el día en el que tenga que buscar otra para perderme porque esa ya sea pura rutina.
Siempre lo quise muchísimo, pero se fue cuando era muy pequeñita de casa, ahora sin saber como, le quiero aún más.