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jueves, 13 de diciembre de 2012

El hombre del saco


Soy como aquella cría que deseaba que llegara el día de reyes. Acostarme con los nervios alterados, deseando que pasaran esas interminables horas intentando no quedarme dormida. Y en cuanto el sol asomaba por la rendija de mi ventana, mis pies rozaban las gélidas baldosas. Era hora de echar a correr dos habitaciones más allá de la mía. No podía hacerlo sola, necesitaba la ayuda de mi hermano, aquel hombrecito cariñoso y valiente como él  solo. Aunque la tentación me podía, así que sin quererlo me asomaba por el hueco de la escalera y al ver ese árbol tan recargado de adornos con luces que no dejaban de parpadear y todo esos papeles de regalo intentando excitarme aún más al no ver que era lo que escondían. Y como una lagartija a la que le acaban de cortar la cola con los nervios a flor de piel, saltaba sobre su cama y le daba la enorme noticia de que esos tres desconocidos habían dejado algo para nosotros.

Ahora ya no siento esa emoción por las mismas cosas. Ahora todo ha cambiado. Hoy quiero sentir esa emoción, quiero que mi corazón lata a mil por hora, quiero saltar como una loca, quiero viajar , quiero recorrer los sitios más inhóspitos que haya en cada ciudad, quiero dormir en habitaciones desconocidas, quiero cantar a pleno pulmón a ritmo de guitarra, quiero dejar la vergüenza y la timidez en el cajón de mi armario, quiero que todo me dé igual, quiero pintarme las uñas de un color diferente cada día, quiero sentir que soy parte de algo o alguien.Quiero partir de cero, espero estar a tiempo.