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domingo, 2 de diciembre de 2012

Una de carmín rojo para llevar, gracias.


Es la noche perfecta para sentirse de nuevo viva. Se pone su vestido, medias oscuras y sus tenis. Un poco de maquillaje y los labios rojos, que nunca falten. Puede ser la oportunidad para olvidarse de todos, del pasado y enamorarse de un desconocido. Quizás en un bar de mala muerte, o en cualquier callejón de su cuidad preferida. Aquella que en cuanto se lo permiten, se escapa unos días para seguir autoconvenciendose de que todo es posible y que no siempre es todo tan oscuro y feo como en este horrible lugar al que está atada. Está confusa aunque feliz.
Apuesta a que no faltarán las risas y la buena música. Cree que la clave del  éxito es no dejar de bailar. Esto le ha puesto los pelos de punta, recuerda tantos buenos momentos que le es inevitable sonreír. Sí, la típica sonrisita tonta. ¡Maldita sea! Es joven, aunque a pesar de ello, han pasado muchos hombres por ella. Unos dejaron su olor en su ropa, otros sus besos tatuados en el cuello y en el pecho, otros le dejaron una sonrisa impresa en su retina, otros en sus labios el sabor de un tequila con limón, cuando muerde sus labios aún lo siente, otros carcajadas a las tantas de la madrugada, otros la marca de sus abrazos su alrededor y otros compusieron la canción de su vida y la dejaron adosada en sus costillas. Ella solo se conforma con formar parte del recuerdo de ellos. Guarda en cajitas todo lo bueno que ha de recordar, siempre llamaron a Octubre memoria de pez. Y no podía permitir que tantos buenos momentos se perdieran en el olvido. Hoy en día no sabe si es su inseguridad o el miedo a que no llegue el tren ,el que la hace a ratos estar tan ausente del mundo, tan alejada de todo. Aunque esta es la noche, su noche. No dejará de bailar ni de tomar tequila. Así todo saldrá bien. Me vendría bien compañía, a si que no aceptaré un no por respuesta a un amante de los gatos que trasnocha con cigarro y cerveza en mano.