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lunes, 21 de noviembre de 2011

Mientras mi corazón se congela mis ojos arden

Fumabas en aquel bar escondido, creyendo que así saciarías tus ganas de vivir. Yo moría en cada calada que tu boca adquiría .Dejabas tus pulmones desiertos de vida al expulsar ese bendito humo que salia de entre tus labios. Siempre odié el humo pero ,desde aquel día adoro pasar al lado de alguien y sentirte. Te acostabas de madrugada, harto de vivir, borracho de felicidad. Deseé tatuarme tu olor y tus besos en mi piel, pero el tiempo pasó fugaz a 2.000 km/h, casi sin verlo. Un día fui a la estación por si venías a visitarme. Vi pasar trenes, unos llenos de felicidad y reencuentros, otros tristes y solitarios. También besos fugaces, apasionados y otros de simple compromiso, parejas deseándose y otras que ni si quiera se miraban a la cara, ancianos encorvados y niños repelentes. Me encantaba imaginar el futuro de cada uno de ellos, escribir su historia. Por más que iba a la estación y te imaginaba bajando del próximo tren, nunca saliste de el. Y hoy la tristeza sumada a la soledad me persigue allá donde voy, no me dejan tranquila y al final me termino rindiendo como la cobarde que siempre fui. Y tu vives, sales, y sueñas. Vuelves como aquella tarde ese bar escondido. Pides una cerveza mientras tu cigarro se consume. Dejando el corazón en standby, esperando a que llegue el día.