Y ahí estas ,otra noche más, recordando y soñando. Absurda e ingenua, como siempre. Perdiendo la vista en tus manos, cuyas uñas pintadas con un esmalte rojo están estropeadas por el jodido paso del tiempo. Inventas cielos, amaneceres , vuelos sin destino y bares escondidos, donde como único requisito para entrar es disfrutar y ser feliz, si no lo cumples deberás abandonar el lugar. Únicamente te sientes segura en ciudades desconocidas. Y estás dispuesta a recorrer un largo paseo sin destino del brazo de cualquiera que se preste a pasar una noche eterna. Recorres su alma , la acaricias de tal modo que haces que se le ponga la piel de gallina. Buscas sonrisas y felicidad a bajo coste. Un beso , un sueño, una caricia, una nota bajo la almohada. Pero nunca está esa nota, por más que la busques cada mañana, no está. Sigues obsesionada con los trenes, y ahí estas mirando por la ventanilla de un tren. Quejándote sobre la vida que dejas atrás y deseando empezar una nueva. Estás dispuesta a conquistar todas las noches de tu nueva vida y con ella mil sonrisas por descubrir. Impaciente, llegas al andén y te sientas en un banco frente a las vías del tren. Y te dispones a soñar cómo sería la vida en Polonia mientras pasa un tren y hace que tu melena baile como un lazo en un ventilador. Eso de amanecer en un lugar distinto cada día te hace ser un alma errante. Y escribes, escribes todos los sueños que te quedan por cumplir para así no olvidar nunca de que estás echa, de sueños. Y a veces también lloras cuando nadie te ve, como un alma solitaria e indefensa. Y ahí estas, otra noche más, acurrucada en una esquina de tu inmensa cama esperando a que venga algo y te rescate de esa vida inventada, mientras tanto te miras las uñas que dejaron de ser rojas hace demasiado tiempo.
