Bienvenidos al baile de máscaras, al desfile de los cuerpos sin alma, la mirada salvaje y la tentación.

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sábado, 4 de febrero de 2012
Mataría por volver a sentir lo mismo que aquella vez.
Escribía como una loca, sobre el tiempo que pasaba, sobre el olor a café en las mañanas de invierno. Sobre el primer viaje, las playas desiertas, la cola de embarque. Sobre la soledad, las caricias, las cosas bonitas que decías, los días nublados. Escribía sobre los mares que había conocido, y que al final todos eran el mismo mar.Toda la tristeza es la misma tristeza. Ya no buscaba a nadie, llevaba días buscándose ella. Estaban siendo unos días tristes, llenos de ausencia. Tenía un inmenso vacío en el pecho que sólo calmaba escribiendo. Y a veces gritando a la vez que corría de un lugar a otro, trataba de escapar o de buscar un avión en el cielo que la llevara de vuelta. Porque ella creía que existían las señales. Que algo le diría: Sonríe, bonita. Lo mejor está por llegar. Pero la tristeza la recorría de pies a cabeza. Una tristeza que en sus planes estaba quedarse en ella durante un tiempo. El único plan del día era respirar, volver a respirar, y así hasta que dejara de doler. Era la última noche, apoyada en el marco de la puerta echando el último cigarro. Antes de olvidar la vida, antes de olvidar la muerte.